* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

viernes, 27 de marzo de 2015

La aventura americana: de -5ºC a +35ºC

Usted ha sido seleccionado para un control especial.

- Joer, pues sí que empezamos bien las vacaciones. 

Parece que mi "look" de españolito expatriado ha levantado sospechas en el aeropuerto de Frankfurt y me invitan a lo que parece va a ser un elaborado control de pasajeros. Menos mal que voy con tiempo.

- Por favor, me acompañe.

Un tembleque interior me hace pensar que después de tanto tiempo esperando estas vacaciones, al final me voy a quedar a las puertas del avión. Me revisan todo lo revisable y pese a mi resfriado elocuente -llevo el body intoxicado de analgésicos- me dejan pasar el control y montar en el avión.

- Buff...

Me aposento en mi asiento y, en señal de agradecimiento, le ofrezco mi body a Morfeo. Tras muchas horas de vuelo, visualizado de películas, estiramientos de extremidades y catas de vino varias, aterrizamos en los United States of America.

- Y usted ¿para qué viene a U.S.A? 

- Pues para visitar a un amigo; para ver un torneo de tenis; de holidays; ¿de verdad tengo que contarle todos los detalles de mi aventura americana?

- Y ¿a qué torneo dice que va?

- A Indian Wells. No, si ahora se pensará que soy tenista; iba a estar yo viviendo en un pueblo perdido en Alemania... del Este.

Parece que la controladora de aduana -algo excedida de McDonalds- decide aprobarme el examen, pero no sin antes tomarme una foto de mi blanco cutis invernal y guardarse de recuerdo mis diez huellas dactilares (las del pie no fueron necesarias).

Me dispongo a tomar el segundo avión dirección a Phoenix: lugar de residencia de mi buen amigo de la infancia. Según mi querida sister, ambos dos -amigo de la infancia y españolito expatriado- nos conservamos exactamente igual que hace veinticinco años. Ya saben ustedes, la alimentación y las cremas.

Aterrizamos en Phoenix. No hay manera de desprenderme de los brazos de Morfeo; parece que éste se ha tomado en serio lo de la ofrenda. Me levanto el párpado derecho con el dedo y observo que todo el mundo está abandonando el avión. Al rato me doy cuenta que yo también tengo que abandonarlo. Las ocho horas de diferencia entre Phoenix y mi pueblo me están pasando factura. No sé cómo, pero al final consigo abandonar el avión. ¿Las azafatas?

Ya en la terminal, observo al 50% -párpados alicaídos- que todo el mundo a mi alrededor viste ropa de verano con zapatillas de correr. En Europa las zapatillas de correr son para correr, pero en U.S.A. empiezo a sospechar que las zapatillas de correr sirven para todo. Derroche de agudeza visual en versión párpados vagos.

Yo también llevo las zapatillas de correr, pero en la maleta. El resto de capas de ropa sobre mi cuerpo Serrano terminan de delatar mi procedencia europea. De -5ºC a +35ºC.  La gente me mira de reojo y de ojo frontal. ¡Éste no es de la zona!

- Pues no... ¡Haber estado vosotros en mi pueblo 15h antes, corredores veraniegos de pacotilla!

Me concentro en la cinta transportadora de maletas.

- Mejor no te sientes sobre ella, porque acabas dando vueltas con las maletas.

De repente oigo mi nombre. Me giro y veo a mi amigo. Alucino. Nos abrazamos. Ha desaparecido el efecto de la gravedad sobre mis párpados. Aparece la maleta y, absortos en nuestra conversación, abandonamos esa terminal llena de pacotillas veraniegos.

Me quito una capa de ropa y sonrío. Me quito una segunda capa de ropa y pienso... Estoy a 10000km de distancia del pueblo.

¡Que comience la aventura! 


Mi compañero de aventura americana.



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