* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

domingo, 29 de junio de 2014

Hello England

...y con España eliminada del mundial de fútbol la vida continuó; y tanto que continuó.

Sin tiempo de asimilar nada -para variar- me encontraba sentado en un avión destino al Reino Unido jamás será vencido de su majestad "the Queen, Isabel II". El camino de estar sentado en ese avión no se vayan a pensar ustedes, mis queridos lectores surrealistas, que iba a ser un camino de rosas, porque no.

Resulta que las carreteras y autopistas de aproximación, alejamiento y circunvalación a Frankfurt son de las más concurridas de Alemania y, sorpresa, ese día Murphy había preparado una serie de accidentes ralentizadores que pondrían a prueba mi sistema nervioso. Les digo que aparcaba en el aeropuerto de Frankfurt cuarenta minutos antes de que saliera mi vuelo y que el sprint que hice por todo el aeropuerto fue antológico.

Llegaba a la puerta de embarque con mi moldeado torso adherido a la camiseta, la cual de repente había decidido tornarse transparente. Vamos, que las azofaifas me miraron con cara de... ustedes elijan:

1) -Mmmmm, ¡qué torso!

2) -Pobrecito, qué carrera se ha tenido que echar para no perder el avión.

Una vez aposentado dentro del avión, el sobrepeso de estrés hizo que cayera rendido a los deseos y antojos de Morfeo. El colega -ya le vale- me tuvo retenido durante todo el vuelo, lo cual me vino muy bien porque aterricé descansado; hecho éste imprescindible para poder participar sin riesgo en el divertidísimo juego de conducir por la izquierda.

La semana en "England" siguió el curso planificado y se fue llenando de trabajo y esas cosas. Para el recuerdo -con el beneplácito de Dora- un par de buenos momentos.

Vauxhall ADAM vendido en England y "made" -no se lo van a creer ustedes- en mi querido pueblo de Alemania... del Este.

El jueves me volvía a montar en un avión repleto de alemanes dirección Frankfurt. Casualidades del destino, o de Lola, a la misma hora del vuelo jugaba la selección alemana de fútbol.

Imagínense a la azofaifa, micrófono en mano, en mitad de las explicaciones de vuelo pidiendo que por favor apagáramos los móviles, cuando de repente un pasajero gritó:

- Torrrrrr!! Se pronuncia como la canción de Jesulín y según la RAGS (ver glosario del lector surrealista) tiene dos significados: gol y puerta. Alemania había marcado su primer gol y se garantizaba el paso a la siguiente ronda. Un cuarto de mi corazón se alegró.

La azofaifa, irónica y divertida como ella sola, va y suelta:

- Tor, sí, la Tor del avión ya está cerrada y nos disponemos a despegar. Por favor, ¡¡¡apaguen los móviles!!!

A lo que piloto y copiloto se unen a la fiesta y gritan desde la cabina:

- Torrrrr!!! Torrrr!!!

Bueno, qué momento despiporre generalizado. Y yo pensando:

- Por favor, que nos disponemos a despegar. Que alguien se concentre un poquito...

Pues oigan, les puedo asegurar que fue uno de los mejores vuelos de mi vida.

Eso sí, el cansancio acumulado de la semana había sido tal, que por la noche tuve que hacer una parada de emergencia en casa de mis queridos Teufelcillo y Pedro, en los alrededores de Frankfurt, para repostar combustible. Ya me ven llegando a casa de éstos a las diez de la noche y... ahí estaban los dos tan tranquilos en el jacuzzi degustando burbujitas independentistas catalanas. ¡A la buena vida!

Tal cual llegué, me desnudé (recuerden mi torso), me puse el bañador (uno de los objetos olvidados de mi última visita) y me sumergí corporal y mentalmente en el jacuzzi. De esta manera concluía mi semana en England. Bélgica ganó esa noche y el segundo cuarto de mi corazón se alegró.

El día después, a primera hora de la mañana, ponía rumbo a mi querido pueblucho de Alemania... del Este.

En fin, otra semana para el recuerdo (y para el blog). Esperemos que la que viene venga cargada sobre todo de tranquilidad. En cualquier caso, pase lo que pase, estén donde estén y quede como quede su país en el mundial de fútbol, no se olviden de sonreír...

Los de Colombia seguro que ya lo han hecho. El tercer cuarto de mi corazón está contento.

Y con esto y un bizcocho -estoy desayunando- me despido de ustedes hasta el fin de semana que viene a las ocho.

Bye bye!


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