* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

sábado, 7 de diciembre de 2013

Ischgl 2013

¡¡Menuda semana!!

Desde luego que lo vivido las últimas semanas será muy difícil de olvidar. Les contaré la parte final, que fue la más divertida, y así declaramos inaugurados los Juegos Olímpicos de Invierno 2013/14. ¡Viva Ischgl! ¡Viva!

¿Quién es quién?
Procedente de Spain-twelve points, aterrizaba en Frankfurt el gran Tío Gilito -caipinrihas para los amigos- un personaje inigualable e irrepetible, con el que he compartido innumerables momentos divertidos en los últimos 16 años de mi Leben. ¡Qué fort! cómo pasa el tiempo.

Desde la gélida tierra de Finlandia (Santa Claus no existe) aterrizaba la gran KKK, de apariencia tranquila, pero cuya personalidad se transforma con la pócima mágica: Salmiakki (vodka con regaliz).

Y procedente de la ex-colonia española de Bélgica (qué tiempos aquellos), llegaba el hermano de Pedro, personaje que ha sorprendido muy gratamente por su saber estar ante cualquier tipo de situaciones e imprevistos que, con el gran Tío Gilito y uno selbst juntos, siempre son difíciles de evitar.

A esto, le ponen una pizca de Teufelcillo y Pedro y ya tienen la revolución organizada.

Total, que todos reagrupados, besados y presentados, se fueron a Ischgl (Austria), y digo bien, se fueron, porque uno se tuvo que ir de compras navideñas a Londres. ¡Murphy de los cojones!

En fin, digamos que me perdí dos días de esquí. La combinación Frankfurt-London-Zurich me permitió -a Gott gracias- reengancharme a tiempo con mis amiguitos del alma en Ischgl.

Sitúense:

Mi querido Tío Gilito llegando al lujoso aeropuerto de Zurich con mi coche dañado. Por lo visto, el freno de mano eléctrico no había sido activado correctamente y, claro, el coche había tenido que frenar con la puerta abierta. En fin, como este tipo de daños colaterales entraba dentro de lo previsto -el poder de la experiencia-, lo acepté como un mal muy menor, y es que uno estaba especialmente agradecido de ver a su querido Tío Gilito perdido en el centro de Europa compartiendo un objetivo común que no era otro que llegar a Ischgl como fuera.

Y el "como fuera" casi incluyó un auto-stop nocturno a temperaturas congeladas, ya que Tío Gilito se negó a repostar en Suiza por el abusivo precio del combustible, y en nuestro intento por repostar en Austria, casi acabamos en la cuneta empujando el coche. Pero oigan, que los dos tan felices y Julito-cantarines...

Teoría de la relatividad.

Al final, no hubo necesidad de levantar el dedo pulgar, ni de empujar el coche, y conseguíamos entrar in-extremis en una gasolinera austriaca. El ahorro conseguido: 0,5eur/l. Estas vacas suizas, de verdad, qué pijas que son... ¡osea!

En Ischgl, el resto del grupo esperaba impacientemente con los brazos abiertos. La conducción ralentizada de supervivencia nos había hecho llegar con un ligero retraso, pero bueno, llegábamos al fin y al cabo, sanos y salvos. Multi-hugs o abrazos varios...

La emoción me embriagaba. Y es que, como les confesaba al principio, lo acontecido en los últimos días había conseguido sobrepasar un poquito mis normalmente inagotables límites de resistencia. Pero no se preocupen, que todo sigue estando bajo control, si es que se puede denominar "bajo control" la vida de este españolito perdido en Alemania... del Este.

Total, que la bienvenida estuvo rociada de burbujitas independentistas catalanas y la noche, más que rociada, inundada. A la mañana siguiente, se pueden imaginar ustedes, los daños colaterales se unieron al grupo: Tío Gilito ventilando vocalmente en su máximo esplendor; mi equipaje perdido no sé dónde; la electricidad del apartamento de huelga; y todos con la fórmula de la aspirina en la cabeza... Pero oigan, y las risas que nos pudimos echar...

Una vez reorganizados, desayunamos y decidimos embarcarnos a la aventura de aproximarnos a las pistas de esquí.

Tío Gilito y uno selbst fuimos enviados de avanzadilla en un taxi que compartimos con tres bellas suizas, "aber hola!" y claro, nuestra concentración se desvió del objetivo principal y acabamos abandonando el taxi en un lugar incorrecto. Ya nos ven andando por el arcén de la carretera -momento Benny Hill-, botas en mano, para llegar a la entrada principal de Ischgl, donde el resto del grupo esperaba "for ages", y con razón, impacientemente.

Pero la aventura sólo acababa de comenzar.

Cuando nos disponíamos todos a esquiar, Tío Gilito se dio cuenta de que no tenía los esquís:

Tío Gilito: "Pero Teufelcillo, dónde has puesto mis esquís??!!"
Teufelcillo: "!!!¿Pero por qué me tengo que preocupar yo por tus esquís?!!!!"

Teoría de la relatividad llevada al extremo, y este españolito sin poder evitar lagrimar de risa.

Al cabo de un rato -horas- nos pudimos reunir todos finalmente en las pistas, con los respectivos full-equipes, dispuestos a disfrutar de un espectacular día de nieve.

Ante tanto imprevisto, es cierto que hubo ciertos comentarios constructivos del resto de componentes imperfectos del grupo musical. Pues, ¿saben qué sucedió el día después?. Que va este españolito, ya casi medio alemán -por lo de organizado y planificador- y se olvidó los palitos de esquí. ¡¡¡Venga!!! Ataque de risa con tío Gilito. ¡Qué desastre!

Pero esta vez sí, ahí estaba mi queridísimo Teufelcillo, atenta como nadie -el poder de la experiencia-, palitos en mano y con la mejor de sus sonrisas...


Espectacular y refrescante concierto de inauguración de Nickelback.
Rodeados de Falete y sus amigos, dícese de elementos ebrios varios colindantes.

En resumen, les diré que fue un fin de semana, de verdad, inolvidable.

Inolvidable, porque me recordó lo orgulloso que estoy de mis raíces, y de mis amigos de toda la Leben, sí, quizás imperfectos, despistados, caóticos, pero sobre todo geniales, creativos y alegres. Y bajo mi inexacto y daltónico punto de vista, ahí reside el secreto de la verdadera inteligencia.

El lunes amanecí lleno de herpes labiales, fiebre y agotamiento físico y mental. El estrés acumulado decidía abandonar por fin mi cuerpo Serrano, no tan perfecto como el de Bellota (www.deiberica.es), pero digamos que aceptable.

Seguro que el Tío Gilito tiene otra opinión roncada, pero como todas las opiniones son respetables...

...que viva Einstein!


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