* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

sábado, 5 de octubre de 2013

El Trabant

Pues sí, el día de la reunificación alemana nos dio por alquilar un Trabant y molestar a los viandantes al son del claxón del famoso cochecito. Si les parece, les cuento un poco su historia:

El Trabant -Trabbi para los amigos- fue el coche por excelencia, que no excelente, de la antigua Alemania del Este (RDA) antes de la caída del muro de Berlín (1989); para que se hagan una idea, el Seat 600 de la España pre-democrática.

Trabbi nació en un frío y oscuro día de Noviembre de 1957. Pesó 620 kilogramos y midió 3,5m de largo, 1,5m de ancho y 1,4m de alto...Vamos, la criatura no nació muy grande que digamos, eso sí, tenía un par de pulmones; ¡anda que no gritaba el condenado!

Como era hijo de papá Estado, salió en toda la prensa "libre" de la época y se convirtió rápidamente en todo un símbolo del 'yes we can' comunista. Tal fue su éxito, que se llegó a vender hasta en terreno "enemigo" -recuerden que por aquellos tiempos estaba de moda jugar a La Guerra Fría-, e incluso cuando cayó el muro, su producción continuó durante dos años más. Esto tuvo que ser toda una proeza, dada la época efervescente que arrancaba, llena de Coca-cola, McDonalds y productos occidentales varios invadiendo las calles de la extinta RDA.

Según la RAGS (Royal Academy de la Goethe Sprache) 'Trabant' significa satélite, y es que justo el mismo año en el que se empezaron a montar a mano las piezas del histórico cochecito, la antigua U.R.S.S. conseguía poner en órbita alrededor de la Tierra el primer satélite artificial de la historia: el Sputnik.

Imagínense el orgullo que representó el Sputnik en los países comunistas en los albores avanzados de la Guerra Fría: Comunismo: 1 - Capitalismo: 0

Y todo, seguramente, o por lo menos así me imagino que lo vendió la prensa "libre" de la época, gracias a una persona que ya había pasado a mejor vida: Stalin (1953).

Total, que este pedazo de austeridad mecanizada rodante, cuya carrocería estaba hecha de un compuesto de resina con fibras de algodón (Fenoplast) -era la post-guerra y el acero escaseaba- se vendió como churros, y papá y mamá Estado tuvieron que dar a luz a más de tres millones de hermanitos.

Las prestaciones de Trabbi no eran ni mucho menos para tirar Sputniks. Disponía de un motor de dos cilindros que alcanzaba los 100km/h en 21segundos; vamos, sin prisas... Y si algún loco conductor desbocado decidía seguir pisando el acelerador, Trabbi se esforzaba y te regalaba los 112km/h, eso sí, con una sed insaciable de aceite; con la gasolina cayendo al motor en plan cola de caballo -el depósito estaba, con un par, encima del motor-; y devolviéndole al medio ambiente, de manera muy generosa, su buena dosis de CO2.

Su línea de producción en la antigua RDA no debió de ser muy efectiva -por lo visto la importación del susodicho Fenoplast ralentizaba la producción- por lo cual, las listas de espera para conseguir un ejemplar llegaban a alcanzar, en algunos casos, los 10 años. Ni Justin Bieber... ¡Alucinante!

Ya ven, Trabbi y la magia del estado. Si Stalin levantara cabeza...




Me imagino a todas esas familias comunistas convencidas regalándoles papelitos a sus hijos al cumplir los 18 años: "Vale al portador por un Trabant que, con trabajo y esfuerzo, podrás recoger en 10 años".
Aunque también me puedo imaginar a los hijos de los comunistas "favoritos" saltándose por arte de magia cualquier lista de espera, y a los comunistas menos convencidos infiltrándose en el mercado negro...

Ya ven, toda una inmersión histórica en un icono de la Alemania del Este. Les puedo asegurar que su conducción a cielo abierto por los campos de Thuringia -Bundesland de mi pueblecillo- produce una mezcla de sensaciones:

Incomodidad, sordera, olor a gasolina, limpiaparabrisas que te moja, cambio de marchas rudimentario... Pero de repente, y sin saber muy bien porqué, acabas tocando el claxón a ritmo y saludando a todo el mundo con una sonrisa en la cara. Y es que, al espécimen éste  le sobra algo que le falta a la mayoría de los coches de la actualidad: carisma.

Por Trabbi, para que su esencia vuelva algún día al mundo..., y no sólo de la automoción.





1 comentario:

  1. Me encantan sus entradas, pero en esta ocasión no puedo dejar de comentar como orgulloso propietario de un Trabi. Simple, práctico y desesperante son los apellidos de esta máquina. En su momento vi reportajes sobre la fabricación y la "venta" de estos Autos y ayuda a imaginar el clima de aquellos vergonzosos tiempos. Curiosamente en 2 ocasiones se ha intentado relanzar el Trabant, sin éxito. A mediados de Junio del 2015, hay una Trabitreffen en Zwickau (esas reuniones son para verlas....). Saludos

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